16/01/2019
El agua es fundamental para la vida, ya que sin ella simplemente no podría subsistir ningún ser vivo. Su disponibilidad en el planeta es de un 71%, de los cuales el 97,5% es agua salada y el restante 2,5% es agua dulce (las tres cuartas partes se halla inaccesible), es decir, que sólo el 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible (lagos, lagunas, ríos, arroyos entre otros).
Los efectos del cambio climático y la gestión de los recursos hídricos son las principales causas de la escasez de agua en el mundo. Si a esto le sumamos la contaminación que sufren numerosas corrientes de aguas, como mares, ríos o lagos, estamos ante una catástrofe natural que se nos avecina, poco a poco sin darnos cuenta.
La escasez de agua potable es una llamada de atención al consumo moderado de este líquido por parte de todos los habitantes del planeta. Según la Organización Mundial de la Salud, la escasez de agua “afecta a 4 de cada 10 personas en el mundo. La situación está empeorando debido al crecimiento de la población, el desarrollo urbanístico y el aumento del uso del agua con fines industriales y domésticos”.
Debemos tener en cuenta que el agua es un recurso limitado, o sea que un día podría acabarse.
Se entiende por contaminación a la incorporación de materiales actúan perjudicando la calidad del recurso agua, tales como:
Es de vital importancia, NO contaminar este recurso ya que la vuelve impropia o peligrosa para el consumo humano, la industria, la agricultura, la pesca y las actividades recreativas, así como para los animales.
Aunque la contaminación de las aguas puede provenir de fuentes naturales, como la ceniza de un volcán, la mayor parte de la contaminación actual proviene de actividades humanas.
El desarrollo y la industrialización suponen un mayor uso de agua, una gran generación de residuos, muchos de los cuales van a parar al agua y el uso de medios de transporte fluvial y marítimo que en muchas ocasiones, son causa de contaminación de las aguas por su petróleo o combustible. Las aguas superficiales son en general más vulnerables a la contaminación de origen antrópico que las aguas subterráneas, por su exposición directa a la actividad humana. Por otra parte, una fuente superficial puede restaurarse más rápidamente que una fuente subterránea a través de ciclos de escorrentía estacionales. Los efectos sobre la calidad serán distintos para lagos y embalses que para ríos, y diferentes para acuíferos de roca o arena y grava de arena.
Una de las primeras consecuencias son, la desaparición de la biodiversidad y los ecosistemas acuáticos. También el ser humano se ve muy perjudicado a causa de la alteración en la cadena alimentaria y contrae enfermedades al beber o utilizar el agua contaminada.
Por todo ello, se deben garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos, tal y como recoge el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por Naciones Unidas en la Agenda 2030.
Arregla las pérdidas tan pronto te des cuenta. Incluso la menor puede desperdiciar más de 100 galones de agua a la semana./p>
El total de agua dulce en nuestro planeta es de 39 millones de km3, de los cuales 29 millones de km3 se encuentran en estado sólido en los casquetes polares y glaciares, 5 millones de km3 son aguas subterráneas y los restantes 5 millones de km3 son aguas superficiales.
Franchi & Asociados.
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